jueves, 2 de septiembre de 2010

T.Ética:

Qué es Ética para Wittgenstein?

Durante el siglo XX se desarrolla una corriente filosófica que plantea una nueva manera de abordar las cuestiones éticas. La clave está en el lenguaje. los analíticos la mayoría de problemas en ética y filosofía se originan porque no asignamos un significado claro y preciso a las palabras. Por ejemplo ¿qué significa la palabra “bueno”?. Según Moore, no significa nada, simplemente es una palabra que utilizamos para designar una cosa, acción o persona que nos agrada.
De igual forma que la palabra “amarillo” no significa otra cosa que el color de las cosas que designamos con esa palabra. Así pues, no tiene sentido discutir acerca de que cosas son buenas o no (de la misma manera que no tiene sentido discutir acerca de que cosas son amarillas). Tanto la palabra “bueno” como “amarillo” son términos simples que no tienen una definición, son términos elementales del lenguaje que sirven para definir otros conceptos, pero que ellos mismos son indefinibles.
Con el término “bueno” expresó un sentimiento de aprobación pero es evidente que otras personas tienen otros sentimientos y que la cuestión acerca de cual es el sentimiento verdadero no tiene ningún sentido. Igualmente, tampoco tiene sentido la discusión acerca de las cosas o acciones buenas o malas.
En general, los términos usados en el discurso moral (bueno/malo, justo/injusto, etc.) no tienen definición alguna, son “cáscaras vacías”. Para Wittgenstein la finalidad del análisis del lenguaje formal no es resolver los problemas morales, sino disolverlos. Solo tienen solución aquellos problemas que pueden ser planteados en términos precisos y este no es el caso de los problemas éticos, que para los analíticos pasar a ser pseudo-problemas. Para Wittgenstein, la ética es la tendencia del espíritu humano a arremeter contra los límites del lenguaje.
La ética no puede ser ciencia, no aumenta nuestros conocimientos en ningún sentido. Pertenece al reino de lo inexpresable, como los problemas sobre el sentido del mundo y la existencia de los valores.
La ética, de ser algo, es sobrenatural y nuestras palabras sólo expresan hechos.
Para señalar los rasgos característicos de la ética, Wittgenstein.
De estas expresiones se desprende que cada una de ellas se usa en dos sentidos muy distintos, que Wittgenstein los denominará:

-El sentido trivial o relativo

-El sentido ético o absoluto

Cada juicio de valor relativo es un mero enunciado de hechos y ningún enunciado de hechos nunca puede ser ni implicar un juicio de valor absoluto.
En el planteamiento Wittgensteniano los juicios éticos han de ser juicios de valor absoluto, incondicionados.
Para Wittgenstein, la felicidad brota de la coincidencia entre voluntad y totalidad. Esta vida feliz es la vida auténtica, no es un estado natural, ni algo que se consiga simplemente dejándose llevar, abdicando de todo.
El hombre no puede convertirse, como si le viniese dado la cosa, en un ser feliz, sino que para alcanzar la felicidad hemos de poner la voluntad al servicio de la adquisición de ese desafecto respecto de los hechos del mundo que haga posible la identificación con la totalidad.

                           

¿Qué es Ética para Habermas?

A finales del siglo XX el filósofo alemán Jurgen Habermas “resucita” la ética kantiana. Habermas retoma la reflexión filosófica donde la había dejado Kant. Recordamos que para Kant la acción moral consiste en actuar por el deber y este consiste en cumplir con el imperativo categórico. El error, a juicio de Habermas, es imaginar al hombre como en una urna, aislado del resto, decidiendo acerca de la moralidad o inmoralidad de una acción. Las cosas no son así. Vivimos en sociedad, compartimos la vida con otras personas que muchas veces tienen ideas, valores e intereses diferentes a los nuestros. No podemos proceder como si no existieran, debemos tomarlos en consideración, sobretodo si lo que nos interesa es determinar la moralidad o inmoralidad de una acción.
Habermas propone una ética dialógica, a través de logos: razón; esto quiere decir una ética que parta del diálogo, que asuma que la verdad no es propiedad de nadie y que el monólogo no es adecuado para resolver conflictos morales.
En lugar de proponer a los demás una norma como válida para que opere como ley general (el imperativo categórico), la ética dialógica dice que lo que hay que hacer es presentarles a los demás las razones de porqué se piensa de esa manera para que las puedan valorar.
Según Habermas el hombre moralmente bueno es aquel que se halla dispuesto a tener como normas las que se hayan establecido después de un diálogo racional encaminado a lograr un consenso y, se halla dispuesto, así mismo, a comportarse de acuerdo con lo decidido en ese consenso. Exige pues que todos los afectados para tomar las decisiones de forma adecuada, necesiten tener conocimiento de las necesidades, intereses y argumentaciones de los demás, y estén dispuestos a dejarse convencer por la fuerza del mejor argumento.
El objetivo del diálogo es alcanzar, por consenso, el bien común, que no es otra que aquello que mejor puede dar satisfacción a los distintos intereses individuales. De tal modo que las normas que se adopten como resultado de la confrontación de argumentos, tienen un carácter de obligación porque las personas que han participado en el diálogo se las han auto-impuesto. La obligación de las normas morales no proviene del exterior, sino que emana de dentro. Su carácter obligatorio es reconocido por los partícipes del diálogo desde antes de ser establecidas. Es decir, debemos empezar a dialogar bajo el compromiso de que vamos a respetar todos el resultado final del diálogo. Una persona puede defender un punto de vista pero si finalmente prevalece una opinión contraria, actúa moralmente cuando asume la norma que resulta del diálogo aun cuando no fuera la que él considera más idónea.
Una pregunta se puso de moda a finales de la década de los ochenta con motivo de la publicación del libro del chileno Víctor Farías "Heidegger y el nazismo". Una pregunta que incomodó a sus seguidores y entregó argumentos adicionales a sus detractores: ¿Qué relación puede existir entre el pensamiento teórico del filósofo alemán Martin Heidegger y su apoyo público al nacional-socialismo? Estas reacciones se pueden considerar como motivadas por una valoración ética de la relación entre vida y obra de un filósofo. Algunos creen que la conducta moral de los científicos en nada afecta al resultado de las investigaciones, mientras que para ese tipo especial de intelectual que sería el filósofo el vivir sus ideas es lo que los hace atractivos o repulsivos y permitiría la formación de escuelas. Independientemente de que la cuestión si la filosofía sea o no inseparable de nuestro modo de vivir, que es en otros términos, el antiguo problema entre teoría y praxis, normalmente se considera que el filósofo debe actuar en consecuencia con lo que dice y piensa. Hay pensadores como Habermas que sostienen que la teoría inevitablemente está traspasada y en algún sentido, dirigida por los intereses, creencias y deseos del investigador, incluso en las así llamadas ciencias ?duras?. Este filósofo desarrolla una crítica del pensamiento Heideggeriano en su libro "El Discurso Filosófico de la Modernidad", allí y en un contexto más amplio, expone la relación entre el pensamiento filosófico de la modernidad y el lugar que corresponde a Heidegger como un pensador que hace suyo el "mesianismo dionisiáco de Nietszche". Para Habermas, Heidegger es un precursor del pensamiento post-moderno como un crítico de la historia de la metafísica y su intento por superarla. Desarrolla su trabajo en dos etapas, la primera, una exposición de la historia interna del pensar de Heidegger y en segundo lugar, una reconstrucción de la motivación ético-política de la "vuelta" en los textos del período del rectorado 1933-4 y su evolución posterior 1945 en adelante.
La tradición dialógica arranca de Sócrates, filósofo griego del siglo V a.C., y resurge con fuerza en la ética discursiva creada por Karl Otto Apel y Jürgen Habermas. Ambos autores creen que la aportación kantiana es óptima, pero adolece de un defecto: considerar la racionalidad moral "monológica", cuando en realidad es dialógica. Las personas no llegamos a la conclusión de que una norma es ley moral o es correcta individualmente, sino a través del diálogo con los demás.

                 


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